Una Plaza desunida y contrariada
Antes que nada les tengo que pedir disculpas por el exceso de primera persona. No es habitual para un periodista, pero no encuentro otro camino para involucrarme con el texto.
Buenos Aires, 17.30hs. Camino a Plaza de los Dos Congresos junto con mi familia y amigos. A medida que nos acercamos por Callao empecé a sentir el consquilleo por ser partícipe de una jornada histórica. A 30 años del Golpe de Estado de 1976 pensé que muchos que caminaban junto con nosotros tenían el mismo sueño: un recordatorio que podía marcar un cambio, un pedido de justicia unánime después de varios años de democracia, con vaivenes, pero democracia al fin. Una postal de estos tiempos: los celulares y el E-mail. Muchos manifestantes buscan a sus compañeros de lucha, colegas, familiares y amigos en medio de la multitud a través de sus teléfonos.
18.30hs. Decidimos seguir a la multitud que eligió un camino alternativo por Hipólito Yrigoyen. La Avenida de Mayo estaba bloqueada por las columnas de partidos políticos. Y la escasa policía que transitaba por el lugar se mantenía en un segundísimo plano, casi como quien está, pero se siente lejos de todo lo que pasa frente a sus ojos.
19.00hs. La temperatura va subiendo al ritmo de los cánticos: "el que no salta es un militar", "paredón, paredón...". Un pibe de no más de 20 años escribe en la reja protectora de un McDonal's "Viva el Maoísmo". Muchos lo miran con incredulidad y una señora bien vestida le pregunta al aire: "Entenderá lo que está escribiendo?".
19.30. Llegamos a la Plaza. Un señor mayor me ve cara de norteamericano y me pregunta si sé dónde estoy, si necesito ayuda. Estamos al lado de la columna de "Barrios de Pie", una agrupación kirchnerista que se retira cuando desde los altoparlantes los organizadores leen un duro comunicado "anti-todo", incluido el Presidente. Muchos nos miramos buscando complicidad al no comprender el mensaje que se transmitía. Sentimos frustración porque fuimos a buscar una esperanza y nos retiramos con el vacío.
20.00hs. A Abuelas y Madres les cortan el micrófono después de aclarar que no suscriben al comunicado que se había leído. Es demasiado, somos muchos los que nos retiramos en ese momento, a pesar de que una columna del PST nos empujaba y gritaba cualquier cosa menos "justicia y castigo a los culpables". Seguiremos esperando, tal vez cuando recordemos los 40 años del Golpe pueda llevar a mis hijos a la Plaza para decirles que el pueblo argentino está unido y que gracias a esa fuerza colectiva (que hoy no se consigue) los genocidas de la dictadura del '76 pasaron sus últimos días de vida en una cárcel común.
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